La trifulca de El Médano Al alcalde Freddy Alí Gómez se le metió entre ceja y ceja a finales de 2009 “recuperar los espacios de la Plaza el Médano”, objetivo que logró algún tiempo después. Entre esa especie de limpieza se encontraba la reubicación de todos los puestos de comida chatarra de los alrededores de la plaza: los carros oxidados, sin cauchos ni remolques que se estancaron en la bienaventuranza de la venta de comida sin pagar alquiler, luz ni agua. Todo eso cambió ese 10 de enero. Meses atrás ya había sido anunciado este evento de reubicación por el propio Alcalde. La “tierra prometida” para los dueños de estos puestos era un abuso, un atropello, una escupida y una cachetada en sus mejillas. Serían reubicados en el terminal de pasajeros de Zaraza, en la avenida Andrés Eloy Blanco, cerca de la PTJ, que hoy día es la Policía del pueblo guariqueño. Argumentaban que los iban a robar, que les llevarían los panes, las salchichas y el queso amarillo. Además se escuchaba, cual rezo negativo, que nadie iría tan lejos a comerse un perro caliente, que quebrarían, que si los atracos, que si el polvo… Contra la voluntad de los propietarios de los puestos de comida rápida fueron mudados por los camiones de la Alcaldía hasta el terminal de pasajeros. Un pasillo largo de cemento los esperaba. Les “acondicionaron” el lugar, más bien, simplemente le adaptaron unas lámparas a los largos pósteres. La rebelión Los propietarios estaban bravos. Ese día se presentaron en su “calle del hambre” con banderas, pancartas, pitos y peroles. Nunca dejaron de gritar. Prepararon su mejor gañote para defender sus puestos, sus derechos y sus trabajos. Se intentó realizar una asamblea en las instalaciones del Hotel Atenas, ubicado frente a la plaza, pero de ahí no salió nada. De repente se alborotaron todos. Cada quien halaba hacia su pellejo, gritaban consignas extrañas, hablaban de una manera que aturdía. Se formó lo que todos conocemos como zafarrancho. Exigían la presencia del Alcalde quien no aparecía por ningún lado. “Freddy Alí nos tiene mieeeedo. Ese es un cobaaaaarde!, gritaba desde arriba de una silla una señora. Estaba encaramada, literalmente. En las afueras del hotel, en el lugar de los sucesos, los comerciantes hicieron una cadena humana y comenzaron a cantar, o gritar, el Himno Nacional. Pocas veces en Zaraza se había suscitado una protesta de este espesor. Llegó por el que gritaban Freddy Alí llegó apurado. Se montó en una camioneta para hacer dar su discurso. Los protestantes, que ya estaban hartos de cantar el Himno Nacional, corrieron enseguida hasta donde estaba el alcalde. Segundos después, la camioneta estaba rodeada de gente. Gente con perolas y pancartas, carteles y banderas. ─ “Estoy ofreciendo al pueblo de Zaraza, el rescate de la plaza el Médano, y todo eso se va hacer progresivamente para que el pueblo tenga su centro de economía informal y su plaza bonita”, le gritó el alcalde al micrófono. La multitud coreaba “mentira, mentira, mentira” y eso se repetía al infinito. ─“O se van o se van, la paciencia tiene su límite”, remarcó la máxima autoridad del municipio. Esta vez nadie replicó. La reubicación Después del meeting del Alcalde las cosas no fueron tan fáciles. Algunos se posicionaron en cada esquina de sus toldos impidiendo que los policías procedieran a desarmarlos. La hija del dueño de uno de los puestos lloraba gritado: “¡Papáááá, ¡y ahora qué vamos a hacer?!”. Otros más adelante volvieron a entonar las notas del Himno Nacional. Las consignas comunes se escuchaban cada vez más: “el pueblo unido jamás será vencido”, “queremos trabajar”… Al final, poco a poco, fueron cediendo todos. La procesión detrás de los toldos y remolques iban desde la plaza El Médano hasta el terminal de pasajeros, la tierra prometida. Hoy día, ya no tienen carros oxidados. El gobierno municipal, representado por el mismo que los “echó” de la antigua calle del hambre construyó unos cómodos locales donde estas personas atienden a cientos de zaraceños que día a día van a la nueva calle del hambre, en el terminal de pasajeros. Más nunca pegó aquel excesivo olor a orín en la plaza El Médano, hoy parque El Médano, donde hay columpios, ruedad y plantas florales. |
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